Soberanía tecnológica: para volver a querer las máquinas
Alex Haché
La gran bola de terciopelo responde a las necesidades de un barrio o una comunidad: es rosa y muy amable pero no tiene piedad. Las personas piensan que la pelota no reconoce a las malas y que se van a salvar, pero ella sabe muy bien. Ella la inventó. La bola rueda con rrrrruido. Ella lo inventó. 1
Las narrativas de ciencia ficción construyen acerca de lo que podría ser el futuro, los multiversos y, por lo general, hilan acerca de lo que (aún) no es. Cada vez que una «persona activista se imagina el mundo por el cual lucha: un mundo sin violencia, sin capitalismo, sin racismo, sin sexismo, sin prisiones, etc. está desarrollando una ficción especulativa» 2. Narrativas que nos unen dentro de nuestros círculos de afinidades y resistencia. Narrativas que nos permiten asaltar «la máquina» 3 y emprender un éxodo dentro de ella. Ejercer nuestra capacidad de especular sobre nuevos mundos en modo utópico es una propuesta para repensar juntas evil_electrónica, evil_internet, evil_telefonía móvil, evil_satélites. *
Grandes bolas de terciopelo rosa que ya no puedes ignorar. Descubrir otras formas, nombrarlas, soñar con otras tecnologías posibles. La soberanía tecnológica avanza porque es al mismo tiempo deseo, ficción especulativa y realidades alternativas.
Un padre de 45 y su hijo de 20 años. Parecen tener buena relación. El hijo le pide a su padre que le grabe con su móvil haciendo algo en el mar. Una, dos, tres, cuatro veces. Su padre no lo consigue; su hijo se muestra paciente pero sorprendido por su incompetencia. De repente, el padre explota. La playa se queda silenciosa.
Una conversación a gritos sobre la quiebra de las relaciones de confianza, el asco y miedo a los móviles y a Facebook. El hijo promete acompañarlo mejor para que deje de ser un inexperto y se transforme en un alienígena que teclea con sus diez dedos. Generaciones analógicas con ramificaciones cerebrales especificas, experimentación y conocimiento situado en tres dimensiones. Esa conversación me hizo sentir sola, quería meterme en ella, quería que estas explosiones de ira se dieran más a menudo, quería ver a más personas armadas con bolas de petanca reventando los iphones de todos los apple store 4.
Deberíamos contar con otras tecnologías, algo mejor que lo que hoy en día llamamos «Tecnologías deIinformación y Comunicación» (TIC). Un móvil que es un ordenador, un ordenador que ya está obsoleto, unas tabletas de pantallas oscuras, unos relojes conectados a Internet que te cuantifican mientras corres, menstrúas y follas. Unos dispositivos poblados por apps y «servicios» que nos menosprecian. «Viva el mal, viva el capital.» La Bruja Avería 5 como encarnación del síndrome de Cassandra. 6
Hay que afrontar las conversaciones que tienden al nivel cero de la comprensión de lo escalofriante que resulta un devenir donde las máquinas han alcanzado su singularidad 7. Luchar contra los argumentos esgrimidos en nuestras comunidades y colectivos; por amigas; en redes de confianza y en los parques, comedores y escuelas; en los servicios sociales y hospitales: «tan práctico y cómodo», «no hay alternativa», «no tengo nada que esconder» y «qué importa si nos controlan, está todo fatal de todos modos».
La falta de originalidad nutre los lugares comunes paridos por las narrativas neoliberales que acompañan cada nueva tecnología comercial mientras colonizan nuestras mentes y deseos.
Necesitamos hablar mucho más, aquí y ahora, de los costes psicológicos, sociales, políticos, ecológicos y económicos de estas tecnologías. No hablamos de la libertad de hacerse selfies en los centros comerciales de Google, Amazon 8, Facebook, Microsoft y Apple y subir otra foto más en una cuenta de instasheet. Hablamos de la represión, el control, la vigilancia; de la cuantificación, la discretización de la vida y los recursos. Para tener esta conversación convocamos a las personas que hay que explotar, llevar a la locura o al suicidio 9, que hay que matar en los feminicidios de las fronteras y zonas económicas especiales para alimentar un ecosistema tecnológico global distópico.
La ST que nos gusta es la que diseña, desarrolla, distribuye y sueña tecnologías que brindan bienestar y buen vivir, las que no perpetúan o crean más injusticia. Versionar la revolución ética y política en pos de la soberanía alimentaria, crear y consumir productos justos y de cercanía. Lo que podemos aprender de esta analogía, soberanía alimentaria vs. soberanía tecnológica, fue de lo que tratamos en el precedente primer tomo.
En este dossier, seguimos presentando ejemplos de la ST entendida como ficción especulativa aplicada y situada que genera transformación social y política. Las distintas contribuciones exponen las tensiones inherentes que existen entre autonomía y soberanía, contribución y sostenibilidad, apropiación por el capitalismo vs. devenir, tecnologías apropiadas y feministas.
Por el camino se nos perdieron dos contribuciones importantes.
Un artículo sobre la autogestión ex-céntrica de la salud, la descolonización de los cuerpos y el campo de experimentación alrededor de las tecnologías de la salud, sexualidades y cuidados: la ST no puede ser sólo software o hardware, si no que también debe ser wetware como espacio de resistencia 10 frente al imperio fármaco-médico-industrial.
También queríamos ahondar en la historia poco conocida de varios visionarios de la ST. Desde la curiosidad y la rebelión han conseguido hacer llegar Internet a donde no se quería que llegara, desafiar el estado de apartheid reforzando las comunicaciones clandestinas, mostrar que se pueden crear tecnologías bellas y adaptadas a su entorno. Voja Antonic 11 (Yugoslavia), Roberto Verzola 12 (Filipinas), Onno Purb 13 (Indonesia) y Tim Jenkin 14 (Sudáfrica ) se han mostrado generosos con nosotras compartiendo acerca de sus condiciones, motivaciones e inspiraciones. Y éstas nos han mostrado que la ST está compuesta por capas, filiaciones e imaginarios varios.
Respecto a cómo ha evolucionado el panorama de la ST desde el último libro destacamos lo siguiente:
Hoy en día, todo el mundo usa código abierto, incluyendo varias empresas listadas en Fortune 500. Compartir, en lugar de crear código propietario, resulta más barato, más fácil y más eficiente \ [...] La mayoría de nosotras damos por supuesto la apertura de una aplicación de software, de la misma forma en que tomamos por sentado que las luces se enciendan. No pensamos en el capital humano necesario para que esto suceda.
Esta investigación intitulada Carreteras y puentes 16 resalta cómo las grandes empresas están tomando ventaja de los comunes digitales sin devolver nada, o muy poco, a cambio.
En el precedente tomo ya habíamos indicado que ser parte del mundo del software libre/código abierto no era suficiente para ser parte de la ST. De la misma manera, ser parte de la ST no significa necesariamente que todas las participantes estén trabajando juntas en desarrollar tecnologías liberadoras. Las iniciativas de ST también necesitan comunidades más sostenibles y justas en las cuales todas sus participantes sepan trabajar desde la diversidad y la inclusión, así como desde la comprensión de sus privilegios y roles de poder.
Coconut revolution 17 y la ecología de la libertad según Murray Bookchin nos recuerda que las tecnologías apropiadas son las que se desarrollan en una comunidad que elige el nivel, o el grado de tecnologías, que necesita y que toma en cuenta las maneras y los procesos de desarrollo para poder caminar hacia tecnologías liberadoras.
A estas ambiciones, destacamos nuevos contextos en los cuales el concepto de ST se ha popularizado. Por ejemplo, en Francia la asociación Framasoft desarrolla un plan de acción ambicioso para desgooglizar 18 internet y su libro Digital: retomar el control 19 relata prácticas de resistencia que combinan soberanía, autonomía y nuevas formas de colaboración. En Cataluña se cuenta con la celebración de los congresos de Soberanía Tecnológica 20, el Anti Mobile Congress 21 y el Social Mobile Congress 22. Todos ellos eventos que generan conciencia y redes de acción para desarrollar tecnologías desde otros paradigmas.
El concepto de ST también ha sido retomado por algunas instituciones publicas relacionadas con los «ayuntamientos rebeldes» 23. Fomentar formatos híbridos público-sociedad civil que brinden mas apoyo a las iniciativas de ST podría hacer saltar las alarmas o ser motivo de celebración.
Imaginemos que se libere dinero público para mantener nuestras infraestructuras digitales y ofrecer, para dar un ejemplo, servicios alternativos a Google desde una perspectiva no comercial, alojando los datos de manera descentralizada en arquitecturas que incorporan en su diseño el derecho a la privacidad y el cifrado por defecto. Ésta podría ser una posible línea de acción donde lo público y lo civil podrían apoyarse mutuamente.
Para ello, haría falta brindar más apoyo a las pequeñas y medianas comunidades que desarrollan tecnologías apropiadas y ST para que puedan seguir proveyendo las tecnologías que esos territorios y comunidades necesitan. Tecnologías bellas y singulares como mariposas multicolores. El trabajo desarrollado por Atelier Paysan 24 («el taller campesino») donde una red de agricultores lleva años diseñando máquinas para trabajar el campo y la tierra, intercambiando sus diseños y conocimientos, es un potente ejemplo de ello.
En cualquier caso, para que estas alianzas funcionen, las instituciones deberán perder el menosprecio que sienten hacia las pequeñas iniciativas que desarrollan ST desde la base para la base. Para conseguir ST necesitaremos implicar y convocar todos los niveles: el micro, el medio y el macro.
La que se avecina pinta muy mal y por ello creemos que la ST también nos puede ayudar a contrarrestar el individualismo fomentado por el capitalismo global.
Que nadie se sienta sola. Que nadie sienta que lo está pasando sola. Las amigas tienen más miedo, las angustias se disparan, los espacios de libertad se reducen. Al mismo tiempo, convergen personas desconectadas en un lugar gris y frío, apoyando una iniciativa para una informática de cercanía. Quieren entender qué pasa, sentarse con nosotras a hablar de tecnologías, compartir sus prácticas, formular sus preguntas, exorcizar sus miedos. En muchos lugares eso occurre.
Llegan, cada vez más, peticiones para encontrar vías de sobrepasar las violencias conectadas. Me han tumbado la página, censurado los contenidos, acosado, insultado, chantajeado... Los ataques son incesantes, aburridos, peligrosos, creativos. En Internet ya no hay libertad de expresión, sólo grados de privilegios a la hora de poder gritar, más o menos, fuerte.
Todo esto, nos decíamos hace unos meses con unas queridas compañeras pensando en cómo abordar juntas el tema de las tecnologías apropiadas como eco resonante de ese horizonte utópico hacia el cual queremos caminar. Seguimos con ganas de ir a ese lugar donde se hablan idiomas desconocidos, vocabularios que no existen, gramáticas que no encajan.
Poder nombrar esos fenómenos que aún no están entre nosotras, pero que ya nos prefiguran y, a menudo, nos transfiguran. Nuestras narrativas se vuelven ficción especulativa, y éstas generan ideas y memes que viajan a través el tiempo/espacio para volverse un ecosistema tecnológico alternativo en el cual no tengamos que sacrificar nuestros derechos fundamentales: libertad, privacidad, seguridad, comunicación, información, expresión, cooperación, solidaridad, amor.
«Una profecía autocumplida o autorrealizada es una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad.»
Nos alimentan con futuros distópicos: noticias, series, pelis, libros de la sociedad del espectáculo. Estos nos atraviesan y paralizan, sólo vemos imágenes borrosas de tecnologías gadgets. El contexto del futuro de mierda ya es ahora, implica que nos creamos que sólo queda la vía del sacrificio de nuestras libertades al alimento de una maquinaria tecnológica que nos habla de innovación, creatividad y participación para mejorar su potencia en cuantificarnos y volvernos unidades singulares, partes de grupos sociales dentro de patrones que ya nadie entiende. Algoritmos cerrados procesan dentro de cajas negras propietarias; y estos crecientemente muestran su capacidad de influencia.
Lo distópico es fácil y su perversidad radica en su falta de imaginación, así como en su potencial para crear cultura y representaciones del futuro basadas en loops negativos: más discriminación, más singularidad de las máquinas, más injusticia basada en algoritmos, estas nuevas armas de destrucción matemática 25. Lo distópico nos encierra en un grácil bucle de cinismo y creencia, en que las tecnologías son lo que son y que no podemos hacer nada para tener otras. Son narrativas autoproféticas y está más que comprobado que si llamamos a Terminator 26 este acabará por venir.
El Internet se está muriendo, la world wide web se contrae, en mi ficción utópica autoprofética existen mundos que se reconectan gracias al espectro electromagnético, ondas que vibran a nuestro alrededor y son parte de los comunes. Las personas repiensan las infraestructuras tecnológicas que les hacen falta, luego las desarrollan, auditan, testean, mantienen, transforman y mejoran.
Me levanto por la mañana, el smartphone ya no duerme a mi lado, casi no hay ondas wifi atravesando mi casa. La máquina de café y el frigorífico están libres del internet de las cosas, ya no se conectan a Starfucks + Monosanto para mandar mis datos de consumo. Encima de la mesa hay una tableta fabricada para durar toda la vida. Todos los dispositivos están encriptados por defecto y provienen de una fábrica local ubicada a pocos kilómetros.
Hace unos años, unas biohackers popularizaron el uso de bacterias y oligoelementos para almacenar información digital. La ley de Moore se quebró. Se consiguió ilegalizar la obsolescencia programada. Los ciclos de guerra, hambre e injusticia generados por la extracción de minerales, así como la producción masiva de tecnologías, fueron desapareciendo. En la escuela nos generamos llaves de cifrado: en primaria usando tecnologías anticuadas como GPG, más tarde utilizando procesos basados en el análisis de nuestra huella sonora al tener orgasmos.
Puedo configurar mi propio agente algorítmico para que sólo comparta mis datos con quien me interesa. Las amigas de mis amigas conforman una red de redes de confianza y afinidades; las ideas, recursos y necesidades se cubren entre todas más a menudo. Activo mis captores de viento, luz y agua para generar toda la energía limpia que puedo. Este estilo de vida requiere de mi presencia frecuente fuera de la pantalla; no estoy siempre conectada. Ya no hay tecnofóbicas o tecnolofílicas, porque ya nadie da demasiada importancia a las tecnologías. Estas han vuelto al lugar de donde no habrían tenido que salir.
Quedan tantos mundos por crear. Para tumbar al capitalismo alienígena tenemos que poder imaginar futuros que no sean distópicos, futuros en los que jugar a construir nuestras tecnologías apropiadas sea común y felizmente banal.
1. Taller de escritura especulativa sobre tecnologías feministas, organizado por Cooptecniques durante la edición 2017 Hack the Earth en Calafou: http://cooptecniques.net/taller-de-escritura-especulativa-tecnologias-feministas/ ↩
2. Walidah Imarisha y adrienne maree brown: Octavia's Brood: Science Fiction Stories from Social Justice Movements. ↩
3. Sergio Legaz, autor y Miguel Brieva, dibujante y miembro del consejo editorial de Libros en acción: Sal de la máquina: Superar la adicción a las nuevas tecnologías. ↩
4. https://www.youtube.com/watch?v=vNWAFApQDIc ↩
5. La Bruja Avería es un personaje del programa infantil La bola de cristal, emitido por Televisión Española en los años ochenta. ↩
6. https://www.youtube.com/watch?v=0jFpPN2xmSI ↩
7. https://es.wikipedia.org/wiki/Singularidad_tecnol%C3%B3gica ↩
8. Amazonians hablan de .amazon: https://bestbits.net/amazon/ ↩
9. Foxconn: The Machine is Your Lord and Your Master: https://agone.org/centmillesignes/lamachineesttonseigneurettonmaitre/ ↩
10. https://gynepunk.hotglue.me/ ↩
11. https://en.wikipedia.org/wiki/Voja_Antoni%C4%87 • https://archive.org/details/20140418VojaAntonicTalkHackTheBiblioCalafou • https://hackaday.io/projects/hacker/65061 • https://twitter.com/voja_antonic?lang=es ↩
12. https://rverzola.wordpress.com/ • https://wiki.p2pfoundation.net/Roberto_Verzola ↩
13. http://www.eldiario.es/hojaderouter/internet/Onno_W-_Purbo-wokbolic-wajanbolic-internet-wifi_0_520048966.html • https://twitter.com/onnowpurbo • Wokbolik, what's that? https://www.youtube.com/watch?v=b_7c_XDmySw ↩
14. Tim Jenkin: Talking to Vula: The Story of the Secret Underground Communications Network of Operation Vula, 1995. The Vula Connection, documental, 2014: https://www.youtube.com/watch?v=zSOTVfNe54A • Escape from Pretoria https://www.youtube.com/watch?v=0WyeAaYjlxE ↩
16. Nadia Eghbal: Road and Bridges – The Unseen Labor Behind Our Digital Infrastructure, Ford Foundation, 2016: https://fordfoundcontent.blob.core.windows.net/media/2976/roads-and-bridges-the-unseen-labor-behind-our-digital-infrastructure.pdf ↩
17. https://en.wikipedia.org/wiki/The_Coconut_Revolution ↩
18. https://degooglisons-internet.org ↩
19. https://framabook.org/docs/NRC/Numerique_ReprendreLeControle_CC-By_impress.pdf ↩
20. http://sobtec.cat/ ↩
21. http://antimwc.alscarrers.org/ ↩
22. http://www.setem.org/blog/cat/catalunya/mobile-social-congress-2017-28-de-febrer-i-1-de-marc ↩
23. https://bits.city/ ↩
24. http://latelierpaysan.org/Plans-et-Tutoriels ↩
25. Cathy O'Neil: Weapons of Math Destruction: How Big Data Increases Inequality and Threatens Democracy, 2016. ↩
26. http://terminatorstudies.org/map/ ↩